“El peón es la pieza más débil y numerosa en el juego del ajedrez. Representa a la infantería y se coloca delante de todas las otras piezas. El peón siempre mueve hacia delante —nunca puede retroceder—, a lo largo de una columna, pero a diferencia de las demás piezas no captura en el sentido de la marcha, sino una casilla en diagonal…”
Los más numerosos, los que van al frente, así ha sido en todas las guerras, los peones son los primeros en avanzar al oírse el grito de Santiago, por eso se les llama carne de cañón. Se dice que son los más débiles de las piezas, así que su fortaleza este en su número, en atacar juntos y saber que cuando uno cae viene otro atrás para sustituirlo.
Hace 100 años se inició la revolución mexicana, en la que los ejércitos liderados por los caudillos se enfrentaron en feroces batallas, en las que la infantería estaba compuesta por …. Peones …. trabajadores de haciendas convertidos en soldados (¡mexicanos al grito de guerra¡), al unirse a la bola por convicción, por seguir al líder, por la esperanza de un mejor futuro, o simplemente llevados por la fuerza en las constantes levas que practicaban todos los bandos.
Miles de ellos murieron en la revolución mexicana, anónimos peones del cual solo nos queda la imagen mental del hombre recio con sombrero ancho sus cananas cruzadas al pecho y su carabina al hombro. (…un sepulcro para ellos de honor).
No se debe olvidar a las estoicas y heroicas mujeres que les siguieron de soldaderas, ayudando en los campamentos, preparándoles comida, curando los heridos, recargando las armas y en muchos casos empuñándolas ellas mismas.
A todos esos peones y soldaderas, piezas del ajedrez político de la revolución mexicana va dedicado esta pintura del conjunto de los trebejos del ajedrez.

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