miércoles, 13 de abril de 2011

CUATRO CABALLOS

Oleo Sobre tela 50x50

Los caballos son piezas poderosas del ajedrez: Cuatro caballos rondan por el tablero impartiendo muerte y destrucción a su paso.


“El movimiento del caballo no es lineal, como el de las otras piezas, sino que describe una trayectoria en forma de L; es decir, se desplaza dos casillas en dirección horizontal o vertical y una en dirección perpendicular a la anterior. Es la única pieza que puede saltar por encima de las demás.”


“El caballo está bien adaptado para atacar a la vez a varias piezas enemigas, y es la única pieza que puede amenazar a la dama quedando fuera de su línea de ataque. Sin embargo, por la razón contraria, los peones están bien adaptados para limitar el avance de un caballo.”


“El caballo tiene una mayor movilidad que el alfil cuando hay muchas piezas en el tablero, y además puede alcanzar cualquier casilla sin restricciones de color. Al mover, el caballo siempre cambia de color su casilla; es decir, si parte de una casilla blanca, terminará en una negra y viceversa.”


Cuatro caballos se mueven por el tablero y cuatro jinetes se pasean por el mundo:


Un caballo blanco y sobre él un jinete con arco, conquistando y avasallando por donde pasa…sembrando el temor, la muerte y la esclavitud entre los pueblos, haciendo siervos a los sometidos e imponiéndoles fuertes cargas y tributos.


Después un caballo rojo con un jinete que blande una espada, trae consigo la guerra y la discordia y hace que los hombres se maten unos a otros, nación contra nación, pueblo contra pueblo, hermano contra hermano.


El tercer caballo es de color negro y su jinete tiene una balanza en la mano, porque trae la escasez, la carestía y la hambruna, encare el trigo y la cebada. Mientras acaba con los cultivos se rodea de comparsas abusivos y acaparadores que medran con la necesidad y lucran con el hambre.


El caballo amarillo y pálido lleva sobre si el jinete que se llama Muerte y tiene el poder para matar con la espada, con el hambre, la peste y las fieras…con plagas y desastres que azotan a los pueblos, algunos los diezma o otros los desaparece en lo profundo del Hades.


Vemos como África del Norte se agita bajo los terribles cascos de estos siniestros equinos, tal como cantara Joan Manuel Serrat:


“África… la que en un tiempo al Edén


hizo enloquecer de celos y hoy me consumen los


cuatro jinetes lúgubres: el hambre, la


guerra, la peste y las bestias que vomitan fuego.


Mi nombre es África”


Japón ha recibido los certeros golpes de estos escurridizos seres montados, y mientras llora a sus muertos el aire y el agua se envenenan. Valientes suicidas combaten el avance del silencioso asesino implacable, armado con la fuerza de la tecnología fuera de control, convirtiendo al hombre en el lobo del hombre.


Temblores, huracanes, sequias, incendios, explosiones, volcanes, tsunamis, heladas, guerras y rumores de guerras cabalgan por el tablero del mundo, un día aparecen aquí y mañana allá, tan rápidos, tan certeros, tan impredecibles, tan mortales, tan crueles como la estupidez misma del hombre.


Y en medio de la tragedia siempre renace la esperanza y se renueva la fe, porque se extienden las manos, se alberga al desposeído, se ayuda el desconocido. Por eso mientras exista sobre la tierra un alma buena, un espíritu generoso y una mano caritativa los jinetes cabalgarán, pero no doblarán la voluntad de los seres humanos.


Mis cuatro caballos son pacíficos, pastan plácidamente en una hermosa y amplia pradera…porque ya no traen jinetes encima…algún día lo veremos.